Como
todo movimiento ondulatorio, el sonido puede representarse como una suma de
curvas sinusoides con un factor de amplitud, que se pueden caracterizar por las
mismas magnitudes y unidades de medida que a cualquier onda de frecuencia bien
definida: Longitud de onda (Js.), frecuencia (f) o inversa del periodo (T),
amplitud (que indica la cantidad de energía que contiene una señal sonora) y no
hay que confundir amplitud con volumen o potencia acústica.
Y finalmente cuando
se considera la superposición de diferentes ondas es importante la fase que
representa el retardo relativo en la posición de una onda con respecto a otra.
Sin embargo, un sonido complejo cualquiera no está caracterizado por los
parámetros anteriores, ya que en general un sonido cualquiera es una
combinación de ondas sonoras que difieren en los cinco parámetros anteriores.
La caracterización de un sonido arbitrariamente complejo implica analizar tanto
la energía transmitida como la distribución de dicha energía entre las diversas
ondas componentes, para ello resulta útil lo investigado.
Potencia
acústica: El nivel de potencia acústica es la cantidad de energía radiada en
forma de ondas por unidad de tiempo por una fuente determinada. La potencia
acústica depende de la amplitud.
Espectro
de frecuencias: que permite conocer en qué frecuencias se transmite la mayor
parte de la energía.
El
sonido tiene una velocidad de 331,5m/s cuando: la temperatura es de 0°C, la
presión atmosférica es de 1 atm (nivel del mar) y se presenta una humedad
relativa del aire de 0 % (aire seco). Aunque depende muy poco de la presión del
aire. La velocidad del sonido depende del tipo de material. Cuando el sonido se
desplaza en los sólidos tiene mayor velocidad que en los líquidos, y en los
líquidos es más veloz que en los gases. Esto se debe a que las partículas en
los sólidos están más cercanas.
La
reverberación es la suma total de las reflexiones del sonido que llegan al
lugar del oyente en diferentes momentos del tiempo. Auditivamente se
caracteriza por una prolongación, a modo de "colasonora", que se
añade al sonido original. La duración y la coloración tímbrica de esta cola
dependen de: La distancia entre el oyente y la fuente sonora; la naturaleza de
las superficies que reflejan el sonido. En situaciones naturales hablamos de
sonido directo para referirnos al sonido que se transmite directamente desde la
fuente sonora hasta nosotros (o hasta el mecanismo de captación que tengamos).
Por otra parte, el sonido reflejado es el que percibimos después de que haya
rebotado e las superficies que delimitan el recinto acústico, o en los objetos
que se encuentren en su trayectoria
Evidentemente, la trayectoria del sonido
reflejado siempre será más larga que la del sonido directo, de manera que
-temporalmente- escuchamos primero el sonido directo, y unos instantes más
tarde escucharemos las primeras reflexiones; a medida que transcurre el tiempo
las reflexiones que nos llegan son cada vez de menor intensidad, hasta que
desparecen. Nuestra sensación, no obstante, no es la de escuchar sonidos
separados, ya que el cerebro los integra en un único precepto, siempre que las
reflexiones lleguen con una separación menor de unos 50 milisegundos. Esto es
lo que se denomina efecto Haas o efecto de precedencia.
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